Hola Nahuel! Quería preguntarte si viste mi mail, y si te había copado la propuesta del Mundial de Escritura 😅
El mensaje de LinkedIn se envió rápidamente. Me empecé a morder las uñas, ansiosa, y también nerviosa, de tener una respuesta.
A Nahuel lo había conocido en un taller de escritura narrativa que organizaba una amiga de mi mamá. Al principio, el curso no me agradaba tanto: Silvina, esta amiga de mi mamá, nos pedía escribir con una consigna por semana, para que lo revisemos todos en grupo la semana siguiente… Y yo esperaba, y esperaba a que ella agarre un texto mío, y lo lea en voz alta, le haga correcciones. Ya para la segunda vez que mi texto no había salido en esa escasa hora de encuentro, me enojé, y por casi 3 semanas no volví a aparecerme por las reuniones virtuales.
Por alguna curiosa razón, ese 14 de mayo volví a retomar con el curso. Y empecé a ser más consciente de las personas que integraban esos encuentros, mis compañeros.
Hola Jazmín! Cómo estás? Lo ví brevemente y me propuse buscar un poco más de información, y para serte sincero no pude hacerlo. Si querés contame un poco más y si ya lograste armar un equipo... En lo particular, me interesó a modo hobbista, pero creo que requiere un poco bastante más del compromiso que quizás pueda dedicarle. Pero como te dije, no ví los detalles, así que capaz estoy equivocado.
Ahí es cuando noté a Nahuel. Me daba un poco de risa que era el “ayudante tecnológico” de Silvina, así que cada algunos minutos se lo escuchaba dando instrucciones de cómo armar grupos por Zoom, cómo compartir la pantalla… Su ignorancia con el programa me generaba un cariño sinsentido hacia Silvina, imperceptible para mí. Y con ese cariño infundado hacia ella, vino un cariño infundado hacia él, que la ayudaba.
Nahuel era un chico (o mejor dicho, un hombre, pues ya tenía casi 30 años) con una gran imaginación. Eso había quedado en evidencia cuando el ejercicio del momento era crear la descripción de una mujer, mujer desconocida de la que solo teníamos una foto. Lo que él había creado, era un personaje que en su superficie parecía monótono, normal, pero en el momento en que se hurgaba un poco más, era un personaje lleno de sorpresas en cada rincón.
No registro si fue ese cariño infundado, o la manera en que se expresaba en el taller, o quizás simplemente la forma en que se sentaba frente a la cámara con una sonrisa y un mate en la mano, que no me pregunten porque no lo sé. Solamente sé que, cuando el curso terminó, me había empezado a gustar Nahuel.
En resumen, el “Mundial de Escritura” son 2 semanas en donde el jurado te da una consigna x día, y vos tenes que hacer un texto con esa consigna en mente, de mínimamente 3000 carácteres con espacios (Ojo que no son palabras! La mayoría no quiso entrar al primero x confundirse carácteres y palabras)
Es una experiencia muy linda, que te "obliga" a escribir todos los días y "vomitar" (como lo dice Silvi) lo que tenés dentro.
Si. Me enamoré de Nahuel. Y cada día que pasa es peor.
En estos últimos días, creo que ni yo misma me aguantaba con el tema. Me preguntaba por qué seguía pensando en él todavía. No lo había vuelto a ver o escuchar desde el cierre del taller con Silvina, hace más de medio mes. Y ese “enamoramiento” solamente crece. Supongo que porque mi estúpida cabeza, con suficiente tiempo y distancia, tiende a idealizar a cualquier persona. ¡Y mi mente ya se había creado toda una personalidad perfecta para él! Faltaba que se la pusiera, tal como si fuera una remera, y estaba completo.
Y es que, sí… ¿Cómo podría alguien de 29 años fijarse en una mujer de 20? Seguramente que me estaba respondiendo solo porque suponía que, de no hacerlo, actuaría como una nena chiquita que molesta a su hermano mayor. O quizás porque es amable, no sé. No lo conozco tanto para saber…
Jaja.. si! Parece una re linda experiencia, es verdad... Lo que pasa es que retomé mi trabajo de manera habitual, y me estoy yendo de mi casa a las 6AM y volviendo aproximadamente a está hora, o incluso más tarde (completamente roto y sin mucha creatividad digamos), con lo cual siento que en vez de poder colaborar con un equipo sería más bien un lastre... :S
Ayer, temprano a la mañana, recibí este mail, de un “Mundial de Escritura”. Un espacio en donde vos escribís, compitiendo en equipos. Había participado de la primera edición del Mundial, y había terminado siendo un desastre: De un equipo de 10, solo 3 quedamos en pie.
Me dieron muchísimas ganas de participar otra vez, pero con una pequeña diferencia: en vez de que un algoritmo elija el equipo que iba a integrar, yo iba a formar mi propio equipo. De ahí el mail del que le estaba pinchando a Nahuel.
No pasa nada! Era una propuesta nomás...
Igual, en lo único que impacta si escribís o no en el día es el % de eficacia del equipo... En la "final" por así decirlo, se manda un texto por equipo y al jurado le importa un comino si la eficacia del equipo es 100% o un 15%
Es algo para divertirse, no algo como una tarea del colegio.
Es una oportunidad perfecta para volverle a hablar, caída del cielo, casi que en el momento justo. Una forma de estar, aunque sea metafóricamente, más cerca de él, de conocerlo mejor, y de, quizás, hacerle saber lo que siento.
Agarré la computadora, y le reenvié el mail, copiando a otras personas como para que no pareciera tan obvio, ¿no?
Había pasado un día, y él todavía no respondía, y con lo impaciente que soy, me senté en mi escritorio, abrí LinkedIn, y le envié un mensaje.
Wow! Que desafío! No te voy a mentir, me tienta... Pero siento que no voy a poder dar todo de mi cómo me gustaría hacerlo, y hacer las cosas a media máquina nunca me gustó!
Hagamos algo... Si no llegas a 8 personas que puedan comprometerse con todo y te falta gente, anótame cómo para sumar una persona más, siempre y cuando sepan entender esto que te digo de mi falta de tiempos. Te parece?
Ese solo mensaje (sí, el de arriba), me había puesto súper feliz. No pude contener mi felicidad. Tal vez, y solo tal vez, podía volver a hablar con él.
Me parece bien... Si no tengo las 8 personas para el 23, te sumo 😊
Bueno. Eso había salido bien. Ahora sólo tenía que esperar a que, oh casualidad, mi equipo llegue a tener 7 integrantes… Y esperar, además, a que se me borre la sonrisa de idiota de la cara para poder ir a cenar.